
Tras las abundantes lluvias del mes de Marzo y primeros de Abril, el tiempo parece dar una tregua y hay varias semanas de buen tiempo en las que se estabilizan y se aclaran las aguas, los días cada vez van siendo más largos y las temperaturas comienzan a suavizarse. Del mismo modo empieza a picarnos el gusanillo y el mono de salir de pesca es cada vez más fuerte.
Hacemos limpieza y preparación de nuestros equipos para la nueva temporada y renovamos las líneas de nuestros carretes y recabamos todo tipo de materiales que puedan hacernos falta o queramos probar en las futuras jornadas de pesca.
De este modo, tras la puesta a punto de todo el material, decido ponerme en contacto con Manolo Alegre y Álvaro para ver si se animan a echar una jornada de pesca en busca de herreras, ya que por conocimientos adquiridos de anteriores temporadas presuponía que por la fecha que estábamos y los días que estaban haciendo con un poco de suerte podríamos hacernos con un puñado de ellas.
Tras parecerle bien mi idea, y al igual que yo de no poder aguantar más el mono de salir de pesca, deciden aventurarse y planeamos la jornada. Consultamos los partes meteorológicos y elegimos el día oportuno, en concreto el Jueves Santo.
Hacemos la llamada pertinente a Manu de Riomar para encargar las catalanas y americanas y no muy temprano realizamos la partida hacia el escenario.
Indecisos por el lugar en concreto aún, por el camino íbamos conversando sobre los posibles inconvenientes que pudiéramos encontrarnos en el pesquero en cuestión, ya que por desgracia es raro el día que no haya trasmallos, algas o roamen… . Tras llegar al pesquero observamos que efectivamente había trasmallos colocados, pero que no pareciera haber algas (las aguas estaban limpias y quietas).
Así, decidimos desplazarnos hasta una zona que no tuviese ningún trasmallo delante y probar suerte.
Al llegar al lugar definitivo, me llamó la atención la cantidad de almejas y quiclas que había depositadas en la orilla con la marea baja, a sabiendas de lo exquisito que es este cebo para las herreras y que cuando subiese la marea estarían a su disposición. De este modo decidí recopilar todas las que vi aún vivas y colocamos las cañas justo en frente de la mancha de crustáceos. Así que decidí que una de las cañas utilizaría quicla como cebo.
Sobre la segunda hora de subida comenzaron a producirse las primeras picadas, y llenos de satisfacción procedemos a cobrar las primeras capturas. En este caso entraron todas ellas al gusano catalán.
Tras un rato de actividad en el que logré hacerme con algunas capturas, la actividad cesó por completo.
Había llegado entonces el momento de entrar en actividad nosotros y decimos comernos nuestros bocatas y manolo se tomó sus respectivos botellines de cruzcampo.
Conversando si se volvería a producir otro momento de actividad o no, observé que la mancha de crustáceos cada vez se adentraba más en el mar y presentía que no tardarían mucho en acudir las curiosas herreras al percatarse.
De este modo ensarté en la aguja varios “bichos” de quiclas para en caso que se diese otro momento de actividad no perder mucho tiempo.
Al poco tiempo, veo una de mis tournament caster 30 derecha, miré hacia los lados para comprobar que ninguna gaviota hubiese sobrevolado sobre mis líneas y decidí apresurarme y recoger, ya que seguramente se tratase de otra herrera.
Y así fue, esta vez se produjo la picada en la caña que tenía quicla como cebo y advertí a mis compañeros del hecho (se confirmaban mis intuiciones).
Rápidamente encarné la tragadera y lancé de nuevo el aparejo rumbo a la distancia donde calculaba que se encontraba la mancha de almejas y no pasaron ni 5 minutos cuando otra de ellas decidió morder mi cebo.
No se si por casualidad, suerte o por buen hacer, pero en este segundo momento de actividad sólo tuve picadas yo, intentando mis compañeros hacer lo mismo pero sin fortuna…
Tras un rato de fortuna logré hacerme con unas cuantas más de ellas, siendo casi todas de buen porte.
A la vista de las continuas picadas que se producían en mis cañas, mis compañeros no acababan de dar crédito, pues estaban lanzando prácticamente donde mismo y utilizando los mismos materiales…
En fin, cosas de la pesca que nos sirven de ayuda y autocrítica y esforzarnos cada vez más en cada salida. Hay que decir que disfrutaron las capturas como si las hubieran capturado ellos mismos, pues somos grandes amigos y personas y no cabe la envidia entre nosotros, sino al contrario, formamos un grupo de pesca en el que intentamos compartir todos nuestros conocimientos y metodologías en todo momento.
Por ello, aunque haya jornadas que no consigamos capturar ninguna pieza, siempre pasamos un buen rato, que en el fondo es lo importante.
En cuanto a los materiales que utilizo con asiduidad para la pesca de esta especie, ya que son los que mejores resultados me han aportado, son: plomos modelo DCA y/o finos y alargados (para conseguir lances mayores, ya que en ocasiones se encuentran lejos de la orilla), acompañado de una línea de 0,12 ó 0,14 mm (normalmente 0,12), en concreto utilizo bobinas de 2000m de la marca Cinnetic, modelos Skyline y Calibra, ya que son económicos y de buena calidad.
En cuanto al anzuelo me decanto por el modelo Chinu Ringed nº 4 o el DSR 132 (Black matt) números 2 al 4 de Hayabusa, montados en una tragadera de fluorocarbono del 0,20 al 0,23 con días de aguas quietas y hasta el 0.28 con aguas algo movidas en modelos Gamma o Berkley Trilene o Vanish.
Con esta historieta de esta jornada de pesca quisiera ayudaros desde mi humilde experiencia y hacer hincapié lo importante que puede ser observar los posibles detalles que puede presentarnos un pesquero, y que si sabemos interpretarlos podemos sacarlo mucho más fruto a nuestra jornada de pesca. En este caso fue la ubicación de la mancha de crustáceos y la relación que éstos puedan mantener con la especie a perseguir.
Sin más, espero que os haya entretenido estas líneas y si os sirven de aprendizaje pues mejor que mejor.
Saludos y buena pesca a todos.
Fdo. Sergio Pérez
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